domingo, agosto 15, 2010

LA DEMOCRACIA EN LOS TIEMPOS DE KOURI

Gorki Gonzales Mantilla

Las reglas electorales existen para dar viabilidad a los principios de la democracia representativa. Sin embargo, importa la idoneidad del sistema electoral para que se cumplan las formalidades del proceso de elecciones, pero sobretodo para que sirva como referente moral de la vida partidaria. Es bueno recordar que la democracia representativa es sólo una de las facetas de la democracia constitucional.

En esa relación, las tachas interpuestas contra la candidatura de Alex Kouri, evocan reglas y problemas que, en síntesis, definen algunos de los rasgos esenciales de la crisis de los partidos políticos y de la política en el Perú. A este candidato se le acusa de no cumplir con un requisito formal (el lugar de residencia), y por la ausencia de democracia interna para la elección de los candidatos incluyendo la suya. Interesa sobre todo esta última objeción.

Esta condición reclamada a la candidatura de Kouri refleja la carencia de compromiso con el debate de ideas y la deliberación, imprescindibles en la democracia constitucional. La idea de organizar partidos como si fuesen empresas para explotar intereses privados, es el corolario de esa ausencia. Este parece ser el caso en cuestión, para nada ajeno a las prácticas que, en ciertos partidos, se concentran en el propósito de camuflar la acción de grupos de intereses privados.

El imaginario electoral que se levanta para el proceso de octubre próximo delata que lo público, como noción clave en la construcción de la democracia constitucional, se ha quebrado o, en el mejor de los casos, aparece en forma leve e intermitente. Es como una proyección indefinida del andamiaje cultural que el pragmatismo fujimorista impuso en la agenda del país. Luis Cáceres Velásquez, sentenciado por sus probados vínculos con la corrupción Fuji-montesinista, y hoy candidato de fuerza para ganar la alcaldía de Arequipa, es la mejor expresión de esa impronta.

La débil perspectiva de lo público en grupos que, como el de Kouri, quieren gobernar el país, explica la idea de democracia formal que impera en estos predios. El resto de partidos y agrupaciones presentes en el mapa electoral peruano, con notables excepciones, se mantienen bajo esta égida.

En todo caso, la democracia interna de los partidos no es sólo un requisito formal. Se trata de un procedimiento de valor epistémico, pues debe hacer posible el debate sobre los valores públicos y el sentido eficaz que éstos deben tener en la vida ciudadana. Debe permitir, en suma, la articulación de los intereses públicos compartidos. Es de este modo que se entiende la democracia interna como instrumento de la democracia constitucional. No hay deliberación sin procedimientos públicos y condiciones de igualdad para participar en el debate público, y la democracia como un todo sólo existe a través de estos procedimientos.

El valor epistémico que la deliberación implica en la democracia interna, supone la posibilidad de garantizar y enriquecer el contenido de los valores constitucionales como justificación de las ideas, proyectos o programas electorales. La ausencia de este valor, donde el caso Kouri es tan sólo un ejemplo, parece ya una epidemia que debilita y distorsiona el sentido de la democracia constitucional en el Perú.

Lima, 15 de agosto de 2010

1 comentario:

nicol dijo...

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